Arteterapia con grupos de mujeres en situaciones de maltrato


Las mujeres que sufren maltrato han de enfrentarse a sí mismas y a sus circunstancias, algo que no todas son capaces de asumir en el mismo momento, y han de estar dispuestas a desmontar y reconstruir toda una serie de estructuras defensivas emocionales que reflejan una baja autoestima y una pérdida de la propia identidad.

Cuando una pequeña luz se enciende y se produce un primer cambio, comienza un profundo proceso de reflexión y diálogo interior en el que el arteterapia tiene un enorme potencial como motor y vehículo para un trabajo simbólico y significativo que les sitúa frente a frente consigo mismas, con sus vivencias y emociones, integrándolas de manera menos traumática y más positiva.

Podemos valorar de forma global y positiva cómo la aplicación del Arteterapia con mujeres y grupos de mujeres que han sufrido o sufren situaciones de maltrato o conflicto en sus contextos socio-familiares, ha abierto un amplio espacio para la práctica, difusión e investigación.

Los talleres de arteterapia proporcionan a las participantes una posibilidad de encuentro para la reflexión, el diálogo y la expresión de las propias emociones a niveles muy profundos y significativos, poniéndolas en relación con sus situaciones y vivencias personales, con sus propias biografías, poniendo especial énfasis en aquellos momentos ya vividos que generaron un huella traumática en su psique y que permanecieron en ella sin construir, asimilados de manera negativa y dolorosa, bloqueando con ello las emociones generadas y las sensaciones y recuerdos ligados a dicha vivencia.


(Trabajo llevado a cabo con un grupo de mujeres del Sur de España. El taller fue promovido por la Delegación de Igualdad, Juventud y Solidaridad Internacional de la Diputación de Cádiz., dentro del “Programa del Circuito Provincial de Talleres Lúdicos y Arteterapia para Mujeres Gaditanas en el ámbito rural.  Esta experiencia les permitió analizar y comprender hasta qué punto ellas son responsables y protagonistas de sus historias de vida, de sus trayectorias personales).

Arte comunitario


El arte comunitario sería el origen del “arte público de nuevo género” y en general de lo que podemos denominar arte público crítico y prácticas artísticas colaborativas.
No es fácil definir el término arte comunitario. Dependiendo del momento histórico y del lugar podemos encontrar matices diferentes en su significado que ha evolucionado al tiempo que lo ha hecho la sociedad y el arte desde finales de los sesenta hasta la actualidad.
Arte comunitario puede ser el nombre que recibe un programa municipal de apoyo a la enseñanza de las artes como medio de desarrollo cultural, puede hacer referencia a un proyecto de arte público que implique la colaboración y la participación, o puede equipararse en algunos casos a la animación sociocultural. Puede implicar las artes plásticas pero también el teatro, la danza, la artesanía, o las fiestas tradicionales. Algunos autores apuestan, ante esta diversificación, por términos como Community Cultural Development, “desarrollo cultural comunitario”, o Art Based Community Development “desarrollo comunitario basado en el arte”.
En palabras de Sally Morgan, pionera del arte comunitario en Gran Bretaña: “si el arte comunitario es algo, es la manifestación de una ideología”. Una ideología que podríamos describir como una confianza en la relevancia social del arte y en la posibilidad de alcanzar una auténtica democracia cultural, es decir, trabajar por una cultura más accesible, participativa, descentralizada y que refleje la necesidades y particularidades de las diferentes comunidades. Lo que tiene en común todos estos enfoques es la convicción de que la creatividad posee una fuerza real de transformación social.
El término arte comunitario se asocia también a un tipo de prácticas que buscan una implicación con el contexto social, que persiguen, por encima de unos logros estéticos, un beneficio o mejora social y sobre todo, que favorecen la colaboración y la participación de las comunidades implicadas en la realización de la obra. Estas prácticas implican una revisión de los conceptos modernistas de artista y de obra de arte. El artista delega parte de sus funciones tradicionales en el grupo, y el concepto de obra artística se transforma por su carácter procesual y de intervención social. Debido al carácter colaborativo, contextual y social de estas prácticas podemos encontrar también otras expresiones que establecen conexiones con el arte comunitario como son arte contextual (Ardenne, 2006), arte dialógico (Kester, 2004) o arte relacional (Borriaud, 2007) y por supuesto, arte público de nuevo género (Lacy, 1995).

Uno de los ejemplos más significativos como origen del arte Comunitario son los murales callejeros. Estos trabajos se llevaron a cabo normalmente en los guetos de comunidades latinas o afroamericanas de las grandes ciudades de todos los países, barrios que sufrían, en su mayoría, serios problemas de pobreza, desadaptación y racismo. Estas prácticas solían responder a unas pautas similares: normalmente un artista del vecindario, conocedor de los problemas del entorno y con un fuerte compromiso social se embarca en la realización de una pintura que refleja los problemas, historias o deseos de su comunidad y cuya realización implica una participación de las personas del barrio.